Un estudio científico liderado por la Universidad de Columbia (Nueva York) señala que la taurina es clave contra el envejecimiento
Redacción
El mito de la fuente de la eterna juventud acompaña al ser humano, al menos, desde la Antigüedad, cuando ya era citada por los filósofos griegos. Buscando esas aguas milagrosas por indicación de los indios, el español Ponce de León descubrió la península de Florida en el siglo XVI. Pasan los siglos y de alguna forma la búsqueda continúa, pero en nuestros días está guiada por la ciencia y el conocimiento. Ya no se trata de encontrar grandes manantiales mágicos en arriesgadas exploraciones, sino todo lo contrario, de trabajar en el laboratorio para descubrir las propiedades de diminutas moléculas. La revista Science acaba de escribir un nuevo capítulo en esta historia.
Un estudio liderado por la Universidad de Columbia (Nueva York, EE UU), y que cuenta con aportaciones de decenas de investigadores de todo el mundo, revela el papel de la taurina como freno al envejecimiento. A través de varios análisis y experimentos, los científicos asocian este compuesto con la longevidad y con características saludables en gusanos, ratones y primates. Los resultados indican que esta molécula, producida por nuestro cuerpo de forma natural y presente en muchos alimentos, tiene un gran potencial como estrategia para prolongar una vida saludable, pero antes de corroborarlo será necesario realizar nuevos ensayos en humanos.Descubren la molécula de la vida saludable: la taurina es clave contra el envejecimiento.
Al medir la taurina en la sangre, los investigadores ya obtuvieron una importante pista relacionada con la edad en diferentes especies. En los monos de 15 años las concentraciones eran un 85% menores que en los de cinco. En las personas, también son decrecientes: con 60 años solo registramos un tercio de los niveles que tenemos siendo niños. En ratones, los autores comprobaron que la deficiencia de este compuesto impulsa el envejecimiento y lleva a una vida más corta. Sin embargo, lo más interesante es que el proceso es reversible. Los científicos suplementaron la dieta de los gusanos con taurina, logrando incrementar su vida media entre un 10% y un 23%. Los resultados en roedores también fueron positivos: no solo alargaron su vida más de un 10%, sino que mejoraron aspectos como la fuerza, la coordinación y las funciones cognitivas. Al mismo tiempo, en los ratones desaceleraron marcadores de envejecimiento considerados clave: la inflamación, la senescencia celular, el daño mitocondrial o el daño en el ADN. Al reforzar la molécula en macacos Rhesus, un modelo de experimentación muy cercano al ser humano, observaron efectos positivos en salud ósea, metabólica e inmunológica.
“Durante los últimos 25 años, los científicos han estado tratando de encontrar factores que no solo nos permitan vivir más tiempo, sino que también aumenten la esperanza de vida, el tiempo que nos mantenemos saludables en nuestra vejez”, ha destacado Vijay Yadav, investigador de la Universidad de Columbia que ha liderado el trabajo. “Este estudio sugiere que la taurina podría ser un elixir que se encuentra dentro de nosotros y nos ayuda a vivir vidas más largas y saludables”. Además de su propia aportación, los investigadores recuerdan que hay algunos estudios previos en especies animales que relacionan la falta de taurina durante los primeros años de vida con deterioros funcionales en el músculo esquelético, los ojos y el sistema nervioso. De hecho, esto ocurre especialmente en aspectos relacionados con trastornos asociados al envejecimiento. Al añadir ahora todo un conjunto de ensayos y datos nuevos, consideran que esta molécula es muy “prometedora” dentro de los esfuerzos de la comunidad científica para entender y afrontar el envejecimiento.
Las objeciones de los expertos
Las conclusiones del trabajo se apoyan en evidencias muy variadas, así que “es un estudio muy completo”, reconoce en declaraciones a El Confidencial Guillermo López Lluch, investigador del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo (CABD) y uno de los mayores expertos españoles en envejecimiento. Sin embargo, advierte de que su repercusión para al ser humano es “una cosa muy diferente”. Las pistas sobre el papel de la taurina en el organismo que ofrece el artículo de Science son muy relevantes desde el punto de vista de la investigación básica, pero aún están lejos de una posible aplicación médica o terapéutica.
De hecho, “la dosis empleada en ratones es enorme si la trasladamos a humanos”, destaca este investigador tras ver los datos del estudio, en el que no ha participado. Los autores del artículo utilizaron de medio a un gramo por kilogramo de peso, lo que en una persona supondría decenas de gramos al día. Esas cifras coinciden también con las empleadas en los macacos. Por otro lado, un efecto llamativo de la elevada administración de taurina es que “bajan mucho los valores de células blancas de la sangre, en especial neutrófilos y monocitos”. Esto tiene una doble lectura, porque “son las encargadas de las respuestas inflamatorias, pero también esenciales para la lucha contra bacterias”. Por su parte, Yadav destaca que la taurina no tiene efectos tóxicos conocidos, pero reconoce que rara vez se utiliza en las concentraciones utilizadas en el estudio.
Fuente: El Confidencial.