Aldo García, su director, busca adaptarse a un sector marcado por los nuevos hábitos y consumo
Redacción
La primera Librería Antonio Machado se fundó en pleno centro de Madrid, en la calle Fernando VI, en el año 1971, en un local que anteriormente se destinaba al comercio de sombreros. El pasado 7 de febrero han trasladado su antigua librería a la Plaza de las Salesas, un local más grande y más moderno.
El nuevo local se encuentra a dos minutos a pie, en el número 11 de la Plaza de las Salesas, a escasa distancia de su anterior ubicación, en lo que fuera una sucursal bancaria.
Con esta nueva ubicación, buscan adaptarse a un tiempo acelerado, también en el sector del libro.
Conserva elementos característicos de la Antonio Machado, con los carteles originales de Alberto Corazón como referencia. Las columnas y los arcos refuerzan la sensación de estar moviéndose entre los habitáculos de un templo.
Dispone de una planta más. Una estancia a la que se accede bajando unas escaleras y en la que el manga, el cómic, las propuestas juveniles o los libros sobre artes tienen el protagonismo.
Su directo, Aldo García, librero que lleva la profesión en los genes y en la crianza (su padre, José Miguel García, adquirió la librería en 1975), sabía que era una decisión compleja.
Ya desde 1971 fue un núcleo de reunión cultural que llegó a acoger conciertos o exposiciones. La incorporación de un segundo local en 2001, el del Círculo de Bellas Artes, que mantiene su actividad a pleno rendimiento, impulsó esta faceta. Sin embargo, la modificación de hábitos de comportamiento que ha traído consigo la crisis sanitaria encaja con las características del recinto que acaban de inaugurar.
Vamos hacia un mayor número de librerías, pero cada vez más pequeñas y especializadas. No es tanto una cuestión de filosofía como de economía
Algo indispensable era la proximidad con el anterior, no perder el barrio en el que siempre hemos estado”, cuenta el responsable de la librería. García asegura que no hay nada específico de la sede anterior que eche en falta: “Me quedo con mis recuerdos, pero no soy una persona muy dada a la nostalgia. En la vida hay que ir pasando páginas”.
El lugar no ha hecho más que aumentar su valor al dejar de ser una sucursal para convertirse en la nueva Antonio Machado. Ahora bien, ¿cómo se desvalija un banco para transformarlo en librería? Lo cierto es que no fue un asalto, ni siquiera una compra contra la voluntad de la entidad (la absorción de Bankia por parte de CaixaBank contemplaba el cierre de esta sucursal), ya que fueron los responsables de la misma quienes se lo propusieron a García y su equipo.
De momento, ya ha servido para contentar a muchos vecinos. Ayuda que haya varias sucursales de esa misma empresa por la zona, de forma que el cierre de esta apenas ha causado perjuicio. “La gente del barrio está encantada, se acercan a decirnos que lo que había antes era una cosa más sosa y esto les da un poco de alegría”, señala. A fin de cuentas, ni los billetes, ni las tarjetas de crédito, ni mucho menos los recibos están en la lista de objetos perfectos que Umberto Eco enumeró.
Fuentes: http://www.telemadrid.es / http://www.eldiario.es