El cuerpo momificado estaba originalmente catalogado como “minero peruano”, pero su fisionomía llamó la atención del IECIM
Redacción
El cuerpo momificado de un varón depositado en el Museo Montané de La Habana, donde se había catalogado como restos de un minero peruano precolombino, es en realidad una momia guanche (originaria de las Islas Canarias) que llegó a Cuba en el siglo XIX a instancias del médico grancanario Miguel Gordillo, según ha determinado la investigadora Dolores Delgado.
La procedencia del varón ha sido certificada por pruebas de ADN mitocondrial, que además reflejan que el hombre falleció entre los 30-35 años, y ahora se procede a establecer su datación, indica en una entrevista Dolores Delgado, que es miembro del Instituto de Estudios Científicos en Momias (IECIM), con sede en Madrid.
Dolores Delgado, que es la responsable del departamento de Arqueología y Bioantropología Canaria del IECIM, comenzó a estudiar junto a otros miembros del centro la momia del supuesto «minero peruano», que se encuentra expuesta en el Museo Antropológico Luis Montané de la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana.
Los restos momificados tenían unas características similares a las de los cuerpos de los antiguos habitantes de Tenerife, los guanches, como la colocación en decúbito supino, las manos extendidas a lo largo del cuerpo y paralelas a él, los dedos de los pies unidos con señales de presión de algún tipo de ligamento, la cabeza inclinada ligeramente sobre el hombro derecho, las clavículas hundidas por el efecto de la gravedad en momentos posteriores a la muerte.
Sin embargo, la mayoría de las momias precolombinas del antiguo Perú fueron enterradas con otras características, en posición de cuclillas o sentadas en fardos funerarios, y ésta tenía una posición atípica para los rituales mortuorios andinos, que se atribuyó a que este hombre de tiempos precolombinos había sufrido un accidente en una mina, lo que impidió un enterramiento “tradicional”.
Este discurso se mantuvo hasta que en 2015 se planteó “una duda razonable” sobre el origen de la momia. Mientras, Dolores Delgado averiguó que, tras el fallecimiento de su progenitor, el hijo del médico canario establecido en Cuba Miguel Gordillo había donado al Museo Antropológico de la Academia de Ciencias Médicas de La Habana la momia guanche que había sido propiedad de su padre, según demuestra un documento fechado el 6 de junio de 1899.
Se buscaba la dirección de salida de este material en Canarias y para ello fue fundamental el estudio del catedrático de Prehistoria de la Universidad de La Laguna Antonio Tejera, quien, al recopilar apuntes del historiador José A. Álvarez Rixo descubrió el relato de cómo en el Barranco de Ajabo de Guía de Isora (Tenerife) a finales de 1876 o 1877 un labriego encontró una momia muy bien conservada y la vendió por cuatro onzas de oro.
Según continúa el relato, esta momia fue llevada a La Habana en la fragata “Trinidad”, que zarpó de Canarias en enero de 1878, “para ser colocada en un gabinete de historia natural”. Fue instalada, como era costumbre entre los estudiosos de antropología de la época, en el domicilio del médico Miguel Gordillo en La Habana, donde también poseía cráneos guanches que fueron enviados a la Sociedad Antropológica de Cuba.
El joven Miguel estudió medicina y ejerció su profesión siempre vinculado a su Canarias natal, pues continuó la relación epistolar y hacía encargos, como los referentes a los restos de aborígenes isleños.
El mitogenoma se contrastó con éxito mediante un enfoque único de secuenciación con una cobertura del 99.07%, que determinó que la “momia del minero peruano” no podía ser nativa de Perú al no mostrar ninguno de los haplogrupos de la zona y sí el H1, que es de origen europeo y que está presente en poblaciones guanches.
Un primer resultado de esta investigación es que la Facultad de Biología de La Habana ha eliminado la catalogación de la momia como “minero peruano” y la ha reemplazado por “momia guanche”, y se continúa con el proyecto para revisar todos los restos momificados existentes en los centros científicos cubanos.