Redacción
Los huevos están siempre presentes en los desayunos, cenas y comidas, pues su rico índice de proteínas aportan la energía suficiente como para quitar el hambre sin tampoco poseer un alto volumen de colesterol.
¿Qué es lo que decanta que en el supermercado compres unos huevos u otros? Muchos irán directamente al tamaño y otros al color. Lo cierto es que existe la percepción general de que cuanto más oscuro sea su color, más sanos y ricos estarán. Pero a la hora de la verdad, ¿qué es lo que hace que una cáscara de huevo sea más marrón y otras más blancas? ¿Se relaciona con su contenido?
A decir verdad, el color de la cáscara no dice absolutamente nada del huevo en sí, como sostienen desde ‘Life Hacker‘. Cuando se trata de diferenciar entre sabor y aporte nutricional, generalmente todos los huevos de gallina son iguales. Lo que afecta a la calidad y a que unos estén más ricos que otros, es el producto que ingirieron las gallinas antes de ponerlos en su momento y, por supuesto, el entorno en el que viven. De ahí que se haya hecho tan patente la obligación de incluir en el etiquetado cómo han estado criadas las gallinas antes de poner los huevos o el origen de las mismas.
Mejor de corral
Evidentemente, aquellas que han sido mantenidas en un ambiente de granjas industriales tenderán a ser peores. Más allá de los aspectos morales sobre el tratamiento que se da a los animales en estos ambientes, la calidad del huevo aumentará si su respectiva gallina ha sido criada en un entorno natural más libre y con mejores condiciones, como sucede con otros productos nutricionales extraídos de los animales.
Ahora bien, si todos los huevos son iguales más o menos por dentro, ¿por qué existen tantos tonos de color, tanto en la cáscara como en la yema? Básicamente, porque existen razas de gallina. Las más comunes y mayoritarias son las Leghorn, la cual suele poner huevos blancos. Pero lo cierto es que hay docenas de razas diferentes de gallinas, las cuales aportan esos pigmentos característicos en la cáscara antes de ponerlos.
La formación del huevo
Las cáscaras de huevo se forman en la glándula cascarógena (el útero de la gallina) en su último proceso de incubación. El huevo llega al útero aproximadamente cinco horas después de la ovulación y permanece ahí durante un tiempo de más o menos 20 horas, antes de que sea expulsado, como explican desde ‘El Sitio Avícola‘. Unas diez horas después de la ovulación se inicia la formación de la cáscara con la deposición de cristales de carbonato de calcio, la cual continúa aproximadamente 22 horas después del comienzo de la formación del huevo.
A la hora de consumirlos, como decíamos, no existe mucha diferencia. Todos están ricos siempre que no hayan sobrepasado su fecha de caducidad o sean aptos para el consumo. En caso de no ser así, podrás arriesgarte a contraer enfermedades bastante peligrosas como la salmonela. Por ello, siempre revisa la fecha de vencimiento del producto. Si no, puedes optar por el truco del vaso de agua: si introduces un huevo en un vaso repleto de agua y flota, significa que no está en su mejor estado; en cambio, si se hunde quiere decir que es un huevo fresco, ya que tiene menos aire.
Fuente: El Confidencial