La erupción volcánica, que comenzó este domingo, convierte a la isla canaria en epicentro mundial de la ciencia ante un fenómeno histórico que emana de la fuerza de la naturaleza
Redacción
Después de más de 25.000 pequeños seísmos que no han dejado de sacudir a La Palma durante ocho días y que han elevado a la isla unos 15 centímetros, el magma que empujaba bajo el suelo se abrió camino este pasado domingo, 19 de septiembre, desde las 15.10 horas (hora canaria). La isla se estremece y se convierte el suroeste en escenario para el octavo volcán en tiempos históricos, de nuevo en la Cumbre Vieja.
La Palma es volcán. Desde hace cuatro millones de años hasta 2021, las erupciones han creado la isla. Desde la irrupción desde el fondo del océano hasta la aparición de una magnética playa al sur de la isla hace solo cinco décadas.
Los empujones de los volcanes han llegado a hacer que las formaciones submarinas que se crearon en el océano Atlántico hace esos cuatro millones de años hayan llegado a surgir por encima de las aguas hasta alcanzar los 1.000 metros. La Palma es, en definitiva, un enorme “edificio volcánico” que actualmente nace a 3.000 metros bajo el mar y llega a los 2.400 del pico del Roque de los Muchachos.
Cuando, desde el fondo marino –que se denomina sea-mountain–, los materiales geológicos afloraron por encima del nivel del mar “se elevaron enormes megavolcanes”, describe el Instituto Geológico de España. Tras emerger, un enorme volcán que se ha llamado Garafía entró en erupción. La gran cantidad de lava que emanó hizo que la isla ganara terreno. Se agrandó su perímetro, aunque todavía tenía forma redondeada, no la figura familiar que hoy ofrecen los satélites. El espesor de las lavas que calcula el Instituto es de 400 metros. El diámetro, de 23 kilómetros.
Este proceso, que se data hace más de 1,5 millones de años, es el mismo –en una escala geológica ínfima– que hizo nacer la playa de Echentive al sur de la actual La Palma en 1971 al descender la lava hacia el mar. Un regalo del volcán Teneguía hace solo 50 años.
El material que había expulsado el Garafía terminó por deslizarse y crear relieve en la isla. Más tarde, otro megavolcán, el Taburiente II, creó un nuevo ‘edificio’ que cubrió por completo al Garafía hace alrededor de un millón de años. Los geólogos piensan que la actividad volcánica en lo que era la parte sur de la isla en esos momentos terminó por provocar un deslizamiento que dejó una depresión: allí se levantó otro gran volcán (un edificio volcánico en realidad) que se ha llamado Cumbre Nueva. Su actividad está datada entre hace 700.000 y 500.000 años.
Con todo el material que habían aportado los grandes volcanes de Garafía, Taburiente II y Cumbre Nueva ya por encima del nivel del mar, la acumulación tuvo que ser tan grande que colapsó. Al caerse, su deslizamiento arrastró entre 180 y 200 km3 de material, según indica el IGME. Creó el valle de Aridane, que da nombre a uno de los municipios que han evacuado personas por la erupción de este nuevo volcán palmeño en 2021.
La erupciones en la parte norte terminaron hace unos 400.000 años con el surgimiento del Bejenado, cuyo pico actualmente cierra por el sur la célebre Caldera de Taburiente. Por cierto, la Caldera no es un mega cráter de un volcán antiquísimo, sino la erosión del agua, el viento y el tiempo sobre todos los materiales que se habían elevado con los volcanes. Se considera que el norte de la Palma ya está inactivo. No así el sur.
Toda la parte meridional de La Palma es una fisura eruptiva de norte a sur y se llama Cumbre Vieja. De hecho, la erupción de este septiembre de 2021 es de tipo fisural. La Cumbre Vieja es como una espina dorsal en cuyo centro se han sucedido episodios volcánicos: Birigoyo, San Juan, La Barquita, Caldero, Tahuya, Los Charcos, Nambroque, Hoyo Negro, Duraznero, La Deseada, Los Bermejales, Lajones, El Rivero, San Antonio y Teneguía erizan la Cumbre Vieja de norte a sur. Algunas erupciones llegaron al mar y ganaron terreno de tierra firme.
Al suroeste de La Palma, en la playa de Echentive, suele sentarse gente a esperar la puesta de sol. Antes de alcanzar la línea del agua, el acceso refleja cómo se creó: ríos de lava solidificada descienden por las laderas hasta conformar una explanada guijarrosa que, a medida que se acerca al mar, se ha pulverizado en una arena gorda.
Se trata de parte del terreno que la isla le ganó al mar al erupcionar el volcán Teneguía. Fue hace solo 50 años, en 1971. El lugar tiene otro nombre que lo describe perfectamente en castellano: Playa Nueva.
Fuente: El Diario