El jugador no se enteró que el partido había sido suspendido hasta que apareció un guardia que le avisó de que no había nadie en el estadio
Redacción
El Charlton Athletic, equipo de la League One, la tercera categoría del fútbol inglés, vivió épocas mejores en el pasado, especialmente en la década de los 30 y los 40 del siglo XX cuando llegó a ser segundo en liga (1937) y a conseguir la FA Cup (1947), el único título de su historia.
De ambos éxitos fue partícipe el portero Sam Bartram, la mayor leyenda de la historia del club y el futbolista que más veces ha defendido su camiseta, con un total de 623 apariciones entre 1934 y 1956. De hecho, no jugó en ningún otro equipo durante toda su carrera, que se alargó hasta los 42 años.
Pero más allá de por su fidelidad por los addicks, Bartram es famoso por protagonizar una de las anécdotas más surrealistas de toda la historia del fútbol. Ocurrió el 25 de diciembre de 1937 en un partido de la liga inglesa entre su amado Charlton Athletic y el Chelsea en Stamford Bridge. Todo un derbi de Londres (Charlton es un barrio situado al sureste de la capital británica) que pasaría a los anales, aunque por un motivo que nadie imaginaba.
Aquel día de Navidad una espesa niebla inundaba Londres y prácticamente toda Inglaterra. De hecho, varios partidos de la jornada fueron suspendidos, pero no así el que medía al Chelsea y al Charlton.
El encuentro llegó con empate a uno al descanso y, al inicio de la segunda parte, la niebla había caído aún más sobre Londres lo que dificultaba la visión tanto de jugadores como de espectadores. Ante esas circunstancias, el árbitro decidió al poco de la reanudación que era imposible continuar y suspendió el partido.
Los espectadores se fueron a sus casas y los futbolistas se marcharon a los vestuarios. Todos menos uno. Y es que Bartram se quedó bajo los palos de una de las porterías de Stamford Bridge pensando que el partido seguía disputándose, ya que no era capaz de ver nada entre la niebla.
Así se quedó durante 15 minutos hasta que apareció por allí un guardia de seguridad, que, atónito, le avisó de que el partido se había suspendido. El guardameta se marchó entonces a los vestuarios, donde tuvo que soportar las bromas de sus compañeros.
Cada vez veía menos y menos a los jugadores. Estaba seguro de que dominábamos el partido, pero me parecía evidente que no habíamos hecho un gol porque mis compañeros hubieran vuelto a sus posiciones de defensa
Lo cierto es que nadie puede negar su fidelidad y su amor al Charlton y la defensa de su portería, incluso cuando no hay partido. Ya por entonces Bartram era uno de los ídolos del club, al que había llegado tres años antes tras ser encontrado por un cazatalentos que lo vio jugar en su equipo local, el Boldon Villa. Sin embargo, esta anécdota sirvió para ganarse aún más el cariño de la afición.
Después de mucho tiempo, una figura surgió de la cortina de niebla frente a mí. Era un guardia y me miró boquiabierto con incredulidad. ‘¿Qué diablos estás haciendo aquí?, me dijo
Bartram, nacido en la ciudad de Jarrow, al noroeste de Inglaterra, y que trabajó como minero antes de dedicarse al fútbol, siguió defendiendo fielmente al club de su vida hasta 1956 y llegó a ser internacional en tres ocasiones.
Tras su retirada siguió ligado al fútbol como entrenador y también fue columnista en varios periódicos. Falleció en 1981 a los 67 años.
En 2005 coincidiendo con el centenario del Charton, se erigió una estatua de Bartram, a las puertas del estadio del club, The Valley. El bar del campo también lleva su nombre en su honor.
Fuente:Yahoo