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    ¿Cómo refrescar a un perro o un gato?

    Redacción

    Con la llegada de las altas temperaturas, los perros y gatos pueden sufrir el calor al igual que nosotros. No es una cuestión menor, ya que, si no consiguen refrescarse, corren el riesgo de padecer el temible golpe de calor, un grave problema que surge cuando su temperatura corporal se eleva tanto como para causar daños irreversibles en su organismo. Para evitar sustos, sigue algunas de estas pautas para refrescar a las mascotas. 

    Cuando hablamos de refrescar a un perro, seguro que lo primero en lo que pensamos es en el agua. Pero no solo para remojarse o jugar: el agua es básica para su correcta hidratación. Todos los perros tienen que tener a su disposición las 24 horas del día agua limpia y fresca.

    Con el calor, además de cambiarla con la frecuencia necesaria, debemos asegurarnos de que no se queda nunca sin ella, por ejemplo si salimos y puede volcar el bebedero. Por otra parte, si vamos a llevarlo a pasear durante un buen rato, es recomendable llevar agua o un bebedero portátil para ofrecerle de vez en cuando. Recuerda que si está muy acalorado no es bueno que ingiera demasiada cantidad de golpe.

    Además, el agua también puede congelarse para hacer cubitos de hielo. Se los podemos dar al perro directamente, ya que así ingiere más agua, se refresca y se entretiene, o introducirlos en el bebedero, lo que mantendrá el agua fresca más tiempo.

    Si notas que tu perro bebe poco o tiene diagnosticada alguna enfermedad que comprometa su hidratación, además del agua podemos incitarlo a beber más dándole caldos de carne, pescado o verduras, siempre que los preparemos sin sal ni grasas. Los caldos también se pueden dar a modo de cubitos.

    Además, si el perro se alimenta a base de pienso, puede ser necesario aumentar su hidratación recurriendo a la comida húmeda. Ten en cuenta que debido al calor puede comer menos. Es buena idea ofrecerle el alimento en las horas de menos calor.

    Además de para hidratarse, el agua es un elemento genial a la hora de refrescar a nuestro perro. Por ejemplo, podemos mojarle el manto pasándole una toalla o un paño humedecido en agua fresca. En general, cualquier perro acepta esta maniobra. En cambio, el contacto directo con el agua en bañera, piscina o mar no es admitido por todos los ejemplares. Hay que respetarlo y nunca forzarlos.

    Los helados son un éxito seguro en temporada de calor, tanto para personas como para perros, aunque ¡prepárate para limpiar el suelo después! Si no queremos complicarnos, sirve con que les ofrezcamos los cubitos de hielo o de caldo que hemos mencionado o un simple yogur natural, sin azúcar, previamente congelado.

    Los gatos

    Por su parte, los gatos caseros también pueden sufrir las consecuencias del calor en los meses del año de temperaturas más altas. Si bien la conducta de acicalamiento les permite refrescarse, no es suficiente para mitigar las consecuencias de un calor intenso, que puede aumentar su temperatura corporal al punto de desembocar en una hipertermia y golpe de calor. En estos casos la vida del gato llega a peligrar.

    Por este motivo, es muy importante mantener frescos a nuestros pequeños felinos durante esta época para prevenir los efectos indeseables del calor. Los felinos toleran bien temperaturas de entre los 17 y los 30 ºC de media, dependiendo de la raza. Las razas nórdicas de pelo largo toleran temperaturas más bajas que los gatos de pelo más corto o sin él, que preferirán temperaturas ligeramente más altas.

    Además, solo tienen verdaderas glándulas sudoríparas en las almohadillas de sus patas, por lo que no pueden sudar por su superficie, como otros animales, con lo que les afecta más el calor.

    Los cuidadores de gatos saben que cuando nuestro pequeño felino comienza a ocultarse, tumbarse y estirarse en el suelo, especialmente si es de mármol o de baldosas, es porque el calor aprieta y está comenzando a pasarlo mal. Además, hay otros signos de alerta, como la debilidad o la hipersalivación.

    El principal riesgo de las altas temperaturas es la deshidratación y la insolación o golpe de calor, que consiste en el aumento de la temperatura corporal más allá de la más alta de rango para la especie, que en el gato es de 39,2 ºC. Cuando esto ocurre las funciones vitales comienzan a verse alteradas, provocando consecuencias que pueden ser fatales.

    Un gato comienza a sufrir por las altas temperaturas cuando estas superan los 30 ºC e incluso menos si el calor es húmedo, por lo que habrá que tomar una serie de medidas para evitar un golpe de calor.

    Para evitar el calor lo ideal es tener la casa o la habitación donde más cómodo se encuentre nuestro gato a una temperatura óptima para él, que debe oscilar entre unos 15-23 ºC. Para ello nos podemos ayudar de aire acondicionado o de ventiladores de torre o de techo.

    Nuestros gatos domésticos provienen del gato del desierto, un felino poco acostumbrado a beber agua gracias a la elevada humedad de las presas que caza diariamente. Los gatos llevan en sus genes la tendencia a beber poca agua, incluso cuando les alimentamos con pienso seco en exclusividad. Para evitarlo y mantener la hidratación debemos intentar que nuestro gato ingiera más líquido diariamente, ya sea añadiendo comida húmeda como latas o sobres, alimentos complementarios como leche para gatos o caldos, además de fomentar el consumo de agua, utilizando fuentes para gatos que mantengan el agua en movimiento.

    Cuando las temperaturas son muy altas podemos humedecer el cuerpo de nuestro gato por zonas, pero no es bueno mojarlos completamente ni sumergirlos en una piscina o bañera, ya que les estresaría mucho y el estrés aumenta todavía más la temperatura corporal. Por lo tanto, tenemos que limitarnos a humedecer cara, cuello, lomo y superficie entre las patas para mejorar su temperatura y aliviarle el calor.

    Fuente: Experto Animal.